lunes, 9 de agosto de 2010

"Una de las más rotundas diferencias entre fascismo y comunismo es la siguiente: el fascismo no ha inspirado ninguna gran obra de arte. Con la posible excepción de Montherlant, no ha arrastrado a su órbita a ningún escritor de primer orden. (Ezra Pund no puede ser calificado de fascista; echó mano de los parámetros y causas del fascismo para su propia y caprichosa economía.) El comunismo, por el contrario, ha sido la fuerza central de caso toda la mejor literatura moderna; y el tropiezo con el comunismo ha marcado la profesión y la conciencia de muchos de los mejores escritores de la época.
·····¿Por qué esta diferencia? Sin duda, el fascismo es una ideología demasiado vil y grosera para originar esas caridades de la imaginación que son esenciales para el arte culto. El comunismo, incluso allí donde ha sido un veneno, es una mitología del futuro humano, una visión de las posibilidades humanas rica en exigencias morales. El fascismo es el código más bajo de la delincuencia; el comunismo fracasa porque ambiciona imponer a la frágil pluralidad de la naturaleza y conducta humanas un ideal artificial de intenciones autogeneradoras e históricas. El fascismo tiraniza mediante el desprecio por el hombre; el comunismo mediante la exaltación del hombre, muy por encima de esa esfera de errores, ambiciones y amores privados que llamamos libertad.
·····También hay una diferencia más específica. Hitler y Goebbels eran taimados manipuladores del lenguaje; su respeto por la vida intelectual era muy escaso. El comunismo, por el contrario, es una doctrina que penetra en la raíz misma de sus orígenes históricos por la apreciación de los valores del arte y el intelecto. Esta apreciación está explícita en Marx y Engels. Eran intelectuales hasta la médula. Lenin rindió al arte el supremo tributo del miedo; puesto que captaba plenamente el oscuro poder que ejercían las formas plásticas y musicales en la razón, se apartó de él. Trotski fue un litterateur en el sentido más flamante de la palabra. Incluso bajo Stalin, el escritor y la obra literaria jugaron un papel vital en la estrategia comunista. Los escritores eran perseguidos y asesinados precisamente porque la literatura era considerada una fuerza importante y potencialmente peligrosa. Éste es un punto crucial. La literatura estaba cubierta de honores, aunque de manera cruel y perversa, por el hecho mismo de la desconfianza de Stalin. Y cuando tuvo lugar el parcial deshielo, la posición del escritor en la sociedad soviética se volvió de nuevo compleja y problemática. Es inconcebible que un estado fascista se moleste por un simple libro; sin embargo, El doctor Zivago ha constituido una de las mayores crisis de la inteligencia de la Rusia comunista reciente."
George Steiner. "El marxismo y el crítico literario". En: Lenguaje y silencio. Ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo inhumano. Editorial Gedisa, Barcelona, 2003; págs. 395-396.

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